Un sitio acogedor, muy buen trato, mucha simpatía y un menú variado, rico y que entra por los ojos y no defrauda en el paladar. Los platos salen a la mesa en el momento justo y saben a recién cocinados. Muy recomendable.
Local moderno, claro y diáfano, con separación suficiente entre las mesas y mesas bien equipadas. Sillas cómodas. Cocina a la vista. El servicio excelente desde el momento en que entras al restaurante. Conocimiento de la carta y de los platos y preocupación por el desarrollo de la comida. Comimos el menú. El entrante de crema de calabacín con crujiente de cecina fue una agradable sorpresa. Los primeros muy correctos. El arroz con botillo con buena proporción entre el arroz y el botillo y la cocción del grano y melosidad muy correcta. Sabor bien equilibrado. Las alubias de la Bañeza con callos y encurtidos me ha parecido una combinación interesante, con el picante justo. De segundo el taco de lechazo ha estado bien. Y en cuanto al bacalao al pil pil con calabacín me ha parecido el plato más flojo. El bacalao estaba ligeramente salado de más, pero se compensaba si se maridaba con la salsa. La tarta de queso de Valdeón es excepcional, memorable. Y un gran acierto poner el culís aparte y dejar la tarta con toda su intensidad y dejar al arbitrio del comensal mezclarla con el culís o no. El milhojas de manzana es correcto. Las raciones son suficientes.
En resumen un local recomendable, que utiliza producto de proximidad, al que otorga protagonismo y trata de forma correcta.
El restaurante se encuentra situado a tan sólo cinco minutos de la catedral. Ambiente cálido y distendido, atención de 10, el menú exquisito e increíble calidad-precio.
Vine con mi pareja y empezamos con un arroz meloso con botillo y una tagliatelle de langostinos.
El arroz sin duda brutal, suave a pesar de la intensidad de sabor que aporta el botillo y con un punto cremoso que se refleja al final de cada cucharada.
La tagliatelle muy correcta, el fondo que utilizan muy sabroso y de cantidad más que suficiente. El punto de la pasta muy bueno.
Pedimos de segundo lubina y calamares a recomendación de la casa, y quedamos encantados. La lubina fresca, se notaba tanto por la apariencia como la laminación del lomo. Los calamares muy tiernos, olvidándonos de consistencias chicle o gomosas, nos los sirvieron acompañados de una ligera espuma de Alioli para aportar algo de
Para terminar, postres recomiendo la torrija y la tarta de queso.
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