Si os gusta el café, pero café, café, es de visita obligatoria. Llegamos a esta heladería de casualidad, nos hospedábamos en el hotel y paseando con los niños, a la cría le apetecía comer un helado, así que entramos a pedir un cucurucho, esperábamos la típica heladería de zona turística, pero nada más lejos de la realidad. Los helados buenísimos y el café, ohh el café, acostumbrado al café del hotel, ese espresso me supo a gloria, de hecho ya no volvimos a tomar café en el hotel, comíamos y nos íbamos a tomar el café aquí. Mención especial a la pareja que lo regenta, la cual se desvive para atenderte bien, como curiosidad, el primer día, cuando la descubrimos, justo antes de sentarnos, nuestro hijo se había encaprichado de un helado de los Minions y la niña de un cucurucho, el problema es que el helado de los Minions se tenía que comprar en un supermercado justo enfrente de la heladería y claro a nosotros no nos parecía correcto consumir algo no comprado allí en la terraza, pero en cuanto la propietaria vio la situación nos dijo que sin problema, que solo faltaría, así que algo apurados por la situación nos sentamos, además el puñetero helado de los Minions se empezó a derretir y se pringó toda la mesa de helado amarillo, pensábamos, Ahora sí que nos echan, pues al contrario, pura amabilidad, la verdad es que la propietaria es un amor de persona. Estuvimos tan bien, tan a gusto y todo tan bueno, que se convirtió en costumbre hacer el café y los helados allí, disfrutando de lo que tomábamos y de la compañía de sus dueños.