Se trata de uno de los pocos bares del pueblo que no cierra al público ningún día, en contraposición a la gran mayoría que sólo lo hacen los fines de semana.
La persona que nos atendió, tan amable y correcto, nos sirvió en su terraza unos croissants a la plancha con unos cafés que tanto nos apetecía, algo tan sencillo que no encontramos en el resto de los bares, ya que, como digo, la gran mayoría sólo se molestan en abrir cuando tienen asegurado el negocio: fines de semana.
Luego se quejarán de que no ganan dinero y no son viables.
Un muy buen sitio para almorzar, desayunar y merendar, todo lo que tienen es casero y las chicas son super majas y agradables, muy buen trato y muy rica la comida
Abre todos los días. Trato fenomenal y las cervezas mas frías del pueblo
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