Gran descubrimiento que seguro que volveremos. Calidad-precio muy buena. Nos sorprendieron mucho la mayoría de los platos. Se nota que cocinan con mucho mimo, y la mezcla de culturas hace que tengan sabores muy especiales. La atención del servicio muy cercana y atenta. Además, estuvimos en la zona privada que tienen y se hizo muy íntimo.
Muy a mi pesar no puedo darle 5 estrellas a este restaurante. Al final sabréis porque. Local agradable en el que nos sentimos muy cómodos. Tienen pocas mesas lo que crea un ambiente íntimo. Servicio impecable de principio a fin. Hicimos el menú degustacion que consta de 9 platos y 2 postres. Casi todos los platos sorprenden en mayor o menor medida. Mención especial a la mayonesa de yuzu, los puerros (en los que puede faltar mojar con su fabuloso pan), el steak tartar, suquet Thai o las gyoza de costilla a baja temperatura. Sin embargo, al llegar a los postres tuvimos algo de decepción. Sobretodo con el mal llamado coulant. Lo siento pero eso no es un coulant, no se le parece en nada y confunde y crea falsas expectativas al comensal. Como sugerencia diría que primero se buscara un postre muy bueno y luego sorprender. A pesar de los postres recomiendo este restaurante 100%
Un vicio que da gusto permitirse. Local exquisito, cocina creativa con productos riquísimos, y un servicio a la altura de la experiencia, destacando Karina, quien con su elegante atención y consejos, hace que definitivamente te enamores de este restaurante.
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