Es un sitio espectacular, los platos son de estrella y el servicio ideal, los camareros están pendientes de ti todo el rato para que no te falte de nada. Lo único que puedo decir es que la carta es muy escasa y debería de haber un poco más de variedad además de que las mesas altas son incómodas para comer. Al terminar de comer nos enseñaron la capilla y nos estuvieron explicando un poco, es súper bonito!
El gastrobar está muy bonito, mucha luz, mucho espacio, todo muy ordenado y limpio, con todas las medidas de seguridad anti-covid. Fuimos muy bien atendidos por Gerardo. La cerveza y el vino blanco servidos muy fresquitos y los platos bien elaborados, presentados y muy ricos. Yo no lo llamaría experiencia gastronómica pero sí que es un lugar diferente y que merece la pena visitar.
Una enorme sorpresa!
La enorme capilla de un convento del siglo XVI, reconvertida, primorosamente, en un gastro bar conceptual, prodigioso, que te hace vivir una experiencia única.
Es un proyecto que está arrancado y que sin duda, tiene mucho futuro.
Gracias a María, que nos a atendido de maravilla, con esa esencia de ofrecer la máxima calidad y calidez para el cliente.
La comida, aunque tenga una carta corta, exquisita.
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