Para algunos adictos al café como yo, si tienes que salir a toda prisa y te falta ese aroma y sabor al levantarte de la cama, lo buscas desesperadamente en cada esquina. Entré en este local buscando un "simple café" para seguir con mi día y me llevé una grata sorpresa. Para empezar, sólo con entrar, te das cuenta de que no es un lugar cualquiera: una decoración rústica y acogedora me hicieron sentir como en casa pero, además, me encontré con un servicio intachable, muy atentos y amables. Al principio pensé: bueno... todo eso estaba bien pero quizás, el café, no tanto (como me suele ocurrir), pero llegó mi ansiada taza de café con leche y, para mi sorpresa ¡estaba bueno! Y, además del sobre de azúcar blanca y el de edulcorante, te ponen un tarrito de azúcar moreno y otro de canela para que te sirvas al gusto, ¡y unas galletitas! :D Al cabo de un rato, llegó mi acompañante y se pidió un té, que no es de bolsita, ¡es a granel!, así que tuve que probarlo y no me defraudó. Y el precio es muy razonable. Después de toda la experiencia, esperaba ver cómo volaba el dinero de mi cartera y no fue así, repetiré siempre que pueda, ¡lo recomiendo!