José M. Fernández Pérez
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Fuimos a Tudela de visita y reservamos por sus comentarios y valoración.
Parece que es un restaurante familiar, es un local pequeño y con pocas mesas por lo que es conveniente reservar, en poco tiempo se llenó por completo.
Tiene una carta muy variada y con platos que incluyen los productos típicos de la huerta tudelana.
Pedimos ensalada de tomate feo y cogollos de lechuga, tomate relleno de pimientos cristal, esto lo tomamos como entrante para compartir.
Luego seguimos con Los huevos de Santi Ibéricos (huevos de su granja con jamón ibérico y sobre una cama de crema de champiñones), un tartar de atún rojo, filete de Corvina salvaje a la plancha sobre una cama de fideua negra, pierna de pollo ecológico rellena de gambas y crema de zamburiña.
Los productos son de primera y con una cuidada elaboración, respetando el producto principal y una buena armonía con las guarniciones, el emplato era impecable y vistoso. Todo muy rico, jugoso y sin estridencias.
En cuanto a los postres, caseros y para chuparse los dedos.
El servicio muy rápido atento y amable, te presentan cada plato y te aconsejan a la hora de pedir según tus gustos.
Sin duda un acierto y una apuesta segura. No en vano tiene una mención Michelin y un Sol Repsol.
Para repetir.
Nos sorprendió mucho este restaurante desde la atención y profesionalidad del servicio, a la calidad y elaboración de los platos. Había una carta con los platos, pero igualmente el personal te explicaba en qué consistía cada plato. Todos los platos que pedimos estaban deliciosos.
Comida super deliciosa. La tostada con tomate y pimiento, una maravilla. Todo el sabor de la verdura estallaba en la boca.
Y la atención en sala, magnífica. Super amables y atentas. Me permitieron hacer media ración para poder probar más platos. Un detalle.
En resumen, un placer de restaurante.
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