Reservamos una mesa un par de horas antes, sin tener referencias previas, únicamente Google Maps y fuimos a comer. Al entrar nos sorprendió el olor a pulpo de la entrada. En seguida nos acomodaron en una mesa y un poco más tarde nos tomaron nota. El camarero que nos atendió fue muy agradable y nos recomendó algunas cosas, así como el vino, nos preguntó sobre qué tipos de vino nos gustaba para adecuarlo y lo consiguió. Finalmente pedimos carpacho de pulpo y vieiras con parmesano y alioli, bacalao con pochas y setas y solomillo con queso de tetilla y patata, para terminar cheese cake de oreo. Inician el servicio con pan con aceite de oliva (en probeta, muy original). La comida fue excelente, lo que menos nos gustó (y aún así estaba rico) fue el carpacho, y diría que lo que más el solomillo, aunque repito, toda la comida fue exquisita. Detalle importante, pedimos la carne poco hecha y estaba realmente así, lo valoramos especialmente. El trato muy agradable por parte de todos, de hecho, incluso el trato a la mesa de al lado cuando le hicieron preguntas en un tono de reproche. Es cierto que esperamos un poco entre cada plato, pero tampoco un tiempo excesivo. Estuvimos muy agusto toda la comida, no había mucha gente y tampoco demasiado ruido. La relación calidad precio es buena, los platos rondan 12-17€ según el tipo, y la materia prima es excelente. Gracias por vuestro trabajo.

Si tengo que destacar algo es la atención del camarero que nos atendió durante la noche y el carpaccio de solomillo de vaca gallega, con unos sabores increíbles. El plato de jamón también era abundante. Lo único menos bueno, fue que teníamos una mesa casi pegada a nosotros, pero el resto perfecto.