Restaurante muy acogedor. Camareros/ as muy agradables al trato. Comimos lechazo con ensalada (platos muy típicos palentinos) y de postre tarta de hojaldre típica del pueblo y tarta de queso. Café de puchero.
Todo muy exquisito.
La única pega que la última mesa, al lado de la puerta de la calle… al abrirla un frío que te mueres.
Aún así, volveremos seguro.
La comida espectacular. Carnes tiernas y jugosas. La merluza rellena de gambas insuperable. Buen vino. Un pan fantástico. Los entrantes de locura. El local y el ambiente, inmejorable. El personal nos ha atendido de maravilla, tanto el dueño como Raúl. Una experiencia para los sentidos. Y los postres no te los puedes perder, sobre todo la torrija. De verdad es obligado parar aquí. No dejes de probarlo. Pienso volver.
Fuimos dos personas un día de diario en el que no había mucha gente y nos trataron fenomenal.
Pese a solo haber menú medieval los fines de semana nos hicieron el favor de servirlo.
Toda la comida muy rica, se puede repetir de lo que te apetezca, queso, cecina, chorizo, lomo, sopas de ajo, lechazo...
El vino de la casa muy correcto.
Sin duda para repetir y recomendar
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